Este fin de semana se estrenó en México Kick Ass 2, y lo hizo con el pie izquierdo.
La película, protagonizada por Aaron Johnson, Jim Carrey y Chloe Moretz, basada en la novela gráfica de Mark Millar, tuvo un estreno por demás opaco.
Primero porque no se exhibió en todas la salas de la República Mexicana, y segundo, por la actitud de uno de sus protagonizadas, Jim Carrey, al bajarse del barco y renunciar a promocionarla.
Carrey decidió no participar en la publicidad del corte cinematográfico al considerarlo violento y agresivo ante las familias de las víctimas de la masacre en la escuela primaria de Sandy Hook, en Connecticut, Estados Unidos, en diciembre pasado.
La postura del histrión cómico afectó por mucho la imagen de la película, la cual refleja la vida de Kick Ass, un joven sin súper poderes que decide convertirse en un héroe y enfrentar a la escoria de su ciudad, viviendo experiencias que lo exponen a golpizas.
En este segundo corte aparece un grupo alternativo a Kick Ass y liderado por El Coronel Starts & Stripes (Jim Carrey), sin embargo, son perseguidos por Niebla Roja (Christopher Mintz-Plasse), por lo cual Hit Girl (Chloe Moretz) los tiene que salvar.
Quienes vieron la primera entrega coincidirán conmigo en que es una película violenta, subversiva y cómica, pero quienes no la hayan visto y decidan ver la segunda parte, les puede gustar o la pueden odiar.
Kick Ass es una franquicia que muestra lo que no se debe hacer: no se debe creer que se es un súper héroe en una tierra de nadie, sin la capacitación física, mental o marcial necesaria para enfrentar a delincuentes.
Tampoco se debe matar a la gente.
Kick Ass es una buena película, entretenida si esa es la intención, pero que no refleja acciones buenas, al contrario, muestra las consecuencias por decisiones tontas.
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