Este día regresa a la memoria de los mexicanos una fecha que marcó la historia de nuestro país, lo que sucedió en Tlatelolco, Ciudad de México.
Algunos no lo vivimos, otros sí, pero todos sabemos directa o indirectamente la masacre que terminó con la vida de decenas de estudiantes en manos del gobierno, al considerar que intentaban boicotear las Olimpiadas de 1968, las primeras y las únicas que se han desarrollado en nuestro país, en un territorio tercer mundista.
El 2 de Octubre significa revolución, coraje y tristeza: revolución por la lucha que quedó incompleta; coraje por las vidas que se perdieron, y tristeza porque después de 40 años las cosas parecen iguales, y eso decepciona.
El cine ha servido como canal para difundir lo que muchos han callado... y lo seguirán haciendo.
Desde Rojo Amanecer (estrenada en 1989 y protagonizada por María Rojo y Demián Bichir) los gritos y los balazos no se habían escuchado en la pantalla grande hasta el 2013, que llega al cine Tlatleloco, Verano del 68.
En esta última entrega dos jóvenes (ella de clase alta y el de clase baja) protagonizan un noviazgo que se ve interrumpido por un acontecimiento que, más que ser celebrado, debe de ser vengado y superado. Al decir que debe de ser superado me refiero en expectativas, en ideales y en lucha.
Con Tlatelolco, Verano del 68, su director, Carlos Bolado (conocido por su trabajo en Colosio, El Asesinato), se atreve de nueva cuenta a presentar un acontecimiento sangriento para México, algo que pocos directores contemporáneos hacen o se les permite hacer.
Aunque la crítica mexicana asegura que la nueva entrega del 2 de Octubre no aporta nada nuevo, se le reconoce la intención de presentar, de manera distinta, el hecho histórico, al tener como hilo conductor el romance de dos estudiantes y la manera en la que éste termina.
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